Por Javier J. Vázquez
Año de elecciones y víspera de grandes cambios en Argentina. Al mismo tiempo, la agenda ambiental hoy está más presente que nunca en la sociedad, pero es abordada tangencialmente desde la política. A veces por comodidad otras por desconocimiento.
Hace poco estuve en la provincia de Santa Cruz: minería, cambio climático y residuos fueron sólo algunos de los temas que trabajamos en varias reuniones con ONGs, el mundo productivo y políticos. Uno de las cuestiones que surgió en cada mesa, desde la indignación y desde el asombro, fue que, en la ciudad de Gobernador Gregores, en el centro de la provincia, con 5.000 habitantes el cierre de la mina generará un colapso social-económico-político-administrativo; casi toda la economía de la ciudad depende de la mina y la explotación de recursos no renovables que, como en este caso, un día se acaban. La mina se cierra, y queda un vacío productivo que nada puede llenar.
El escenario que se plantea en Gobernador Gregores es uno de los grandes desafíos de los países que tienen una marcada dependencia de recursos no renovables. Sortear este desafío no es tanto un problema técnico ni ecológico, sino que político.
Los países tienen tres tipos de capitales que componen su riqueza total: el capital natural, que puede ser no renovables o renovables; el capital industrial, aquello que se genera y genera el complejo de manufacturas; y el capital intangible, el nivel educativo y de capacitación de recursos humanos.

Este esquema nos plantea uno de los desafíos más importantes para la próxima década en la política argentina. Todos los candidatos están planteando la oportunidad histórica que tiene nuestro país para producir energía, alimentos y minerales necesarios para los próximos 50 años del mundo. Nuestra oportunidad económica está atada a los recursos de la naturaleza, pero entonces, ¿gestionamos bien estos recursos para hacer un uso sostenible y eficiente de ellos?
¡Cómo no hablar de esto en el Día de la Tierra!
Es cierto que esta posibilidad para Argentina existe y bien gestionada puede cambiar el rumbo de nuestro país en el corto-mediano plazo; pero ¿y qué sucede en el largo?, y, ¿cuánto es el largo plazo en la Argentina?
Frente a estas preguntas propongo comenzar a construir ese futuro, ese largo plazo. Los recursos naturales pueden ayudarnos a acomodar el barco y encaminarnos a un futuro próspero, pero ya debemos comenzar a pensar: ¿cómo explotamos los recursos naturales de manera sostenible? y ¿qué hacemos con los recursos que esa explotación nos genera?
En definitiva, qué hacemos con las divisas que, gracias al litio, el gas, el agro, el oro, el cobre, la plata, entre otros, ingresan al país. Porque el gran desafío es no caer en la tentación de dilapidarlas en grandes planes para asegurar la próxima elección, sino invertir en un nuevo capital, que permita generar valor, oportunidades, riqueza para las futuras generaciones. Reinvertir el capital; no gastarlo.
Debemos asegurar que parte de lo generado por la explotación del capital natural, sobre todo no renovable, se invierta en educación, tecnológica, formación de recursos humanos y en ciencia y tecnología para que el futuro no nos encuentre a contra pierna; para que cuando se acabe el recurso no renovable tengamos el capital intangible invertido y generando; para dejar de depender de los recursos naturales y podamos asegurarnos un futuro próspero, que permita el ascenso social, distribuya oportunidades, premie el mérito y el esfuerzo y sobre todo la creatividad y la innovación que serán las fuentes de generación de riqueza de los próximos 30-50 años.
Lamentablemente, hoy estamos tan mal que rápidamente podemos generar una movilización de recursos para cambiar las expectativas. Sin embargo, no debemos perder la oportunidad para que esa reactivación económica lleve atada un plan de inversión integral en educación de todo nivel, desde la infraestructura de los jardines hasta el uso de inteligencia artificial en universidades y terciarios.
Debemos aprovechar nuestros valiosos recursos naturales para potenciar nuestros recursos humanos; dejar de ser solo el granero del mundo para ser también el centro de innovación de Latinoamérica.
Javier J. Vázquez. Sociólogo, especialista en Desarrollo Sostenible. Actualmente DG de Restauración Ecológica en GCBA y Coordinador del Observatorio del Desarrollo Sotenible del Instituto Moisés Lebensohn.