Hernán Rossi preside un instituto con quince años de trayectoria en programas de formación política . En marzo último, cuando la pandemia del Covid-19 llegó a la Argentina, el Lebensohn estaba a punto de lanzar toda su oferta educativa y rápidamente se resolvió seguir adelante, pero adecuándola al formato virtual, sin perder por eso la búsqueda de participación de los asistentes. «La virtualidad ya llegó hace rato, sobre todo en las nuevas generaciones, sólo no estábamos viéndola», aseguró en esta entrevista donde repasa los principales motivos que llevaron a esta institución a impulsar una variada y numerosa oferta virtual que llega a todo el país.
P: Qué tuvieron en cuenta, a la hora de diseñar la oferta virtual del Instituto?
HR: Con toda honestidad, a nuestra institución la pandemia la sorprendió con una oferta preparada para lo presencial. Ahora bien, la fortaleza del Lebensohn siempre fue llegar con nuestros talleristas allí donde nadie llega y con una propuesta innovadora. No es un dato menor, el hecho de que no hablo de docentes, si bien todos ellas y ellos tienen experiencia docente en universidades públicas y privadas. Es que nosotros no trabajamos con el modelo de conferencias, sino de taller. Le damos mucha importancia a la participación, al ida y vuelta, al concepto reformista de «aprender enseñando y enseñar aprendiendo«. También a la idea de multiplicación de contenidos. Siempre procuramos formar formadores. De hecho nuestro programa emblema sigue siendo luego de 15 años el de «Formadores Multiplicadores». ¿Qué tiene que ver esto con la pregunta? Que el desafío de la virtualidad obligada no pasaba tanto por la selección de los temas, que son los que surgen de los valores que enarbolamos como institución (calidad democrática, derechos humanos, sustentabilidad ambiental, inclusión), sino en cómo ser fieles a nuestra tradición de ofrecer una enseñanza participativa. ¡Y lo logramos!

P: A más de dos meses de haber lanzado esta oferta virtual, ¿cómo evalúa la experiencia?
HR: La pandemia generó una avalancha en el uso de la tecnología para los encuentros virtuales y eso fue muy bueno. Pero ello no significa que todo sea formación política. Nuestra satisfacción responde a que, desde el Lebensohn, generamos una oferta de formación más que de charlas temáticas. Y esto fue así porque nos encontró preparados, con contenidos generados en 15 años de experiencia y con un grupo de profesoras y profesores extraordinarios que lograron virtualizar la oferta con mucha eficacia. En dos meses estamos llegando a las 2000 personas capacitadas en todo el país, con fuerte presencia federal. Estamos muy contentos.
P: ¿Quienes son los interesados en los cursos? ¿Qué es lo que más lo sorprendió sobre la respuesta de la población?
HR: Claramente nuestro público más cercano es el de aquellas personas con iniciativa pública, esto es no solo partidos políticos, sindicatos, agrupaciones estudiantiles, sino una gran cantidad de instituciones del tercer sector y mucho público individual que comparte nuestros valores y vio la oportunidad de agregar conocimientos a partir del tiempo libre en casa que les posibilitó el aislamiento. En cuanto a los primeros, aquellos que tienen una vocación por lo público, y que es hacia donde históricamente está dirigida la oferta del Lebensohn, tenemos el orgullo de contar con una enorme cantidad de participantes jóvenes.
P: Usted lleva personalmente adelante un curso sobre la historia del radicalismo en imágenes. ¿A quien está dirigido y qué quiere transmitir con ese curso?
HR: El taller de historia del radicalismo en imágenes ha sido una gran sorpresa, por la cantidad de pedidos para su realización que hemos tenido y que seguimos teniendo. No es una conferencia de historia, sino un taller para reflexionar sobre el presente institucional del país, del cual el radicalismo forma parte, a través de una selección de hitos históricos respaldados en imágenes de época. El resultado es un taller muy dinámico. La proposición inicial busca ser comprobada al final del taller y es que la misión histórica del radicalismo ha sido y sigue siendo la construcción de la democracia argentina y que para cumplir con ese objetivo nuestros líderes se han valido a lo largo de 14 décadas de herramientas, en las que yo destaco la revolución y el pacto. Hay que ver la sorpresa de muchos cursantes cuando decimos que al principio nomás, en la mismísima revolución del parque tuvimos un aliado incómodo, el referente de la oligarquía, Bartolomé Mitre. Eso sirve para que cuando llegamos a tiempos de Cambiemos no sea tan difícil abordar el acuerdo con (el ex Presidente Mauricio) Macri. Es que ha habido muchos macris a lo largo de nuestra historia y acá estamos!
P: ¿Como evalúa la experiencia de formación en el marco de la pandemia, en general, más allá de la oferta del instituto?
HR: La remanida frase crisis como oportunidad se ajusta perfectamente al tema de la formación en tiempos de pandemia y lo podemos hacer extensivo a la educación en general. La virtualidad hace rato llegó para quedarse en materia educativa, lo único que hizo la pandemia fue acelerar los procesos. También ha desnudado la inequidad en el acceso a internet y a la tecnología, y en eso hay que trabajar, sólo en temas de contenidos. A quienes están preocupados por el tema de la socialización que produce la escuela presencial, preocupación que comparto, los invito a relajarse, pues hay un nuevo ámbito de socialización. En la virtualidad que también llegó hace rato a las nuevas generaciones, sólo que no lo estábamos viendo. ¡Hay que trabajar!